Venezolano enseña panadería a refugiados ucranianos para que se inserten en el mundo laboral

Oliver Krstonosic es de madre guariqueña y padre con ascendencia Húngara/Serbia, nació y vivió en Maracay, Venezuela hasta que en 2018 se planteó salir para buscar oportunidades,  seis años más tarde su vida ha cambiado completamente, al punto que enseña el oficio de la panadería a refugiados ucranianos que han llegado a Budapest, ciudad en donde actualmente vive.


Antes de emigrar Oliver estudiaba ingeniería y tenía su propio negocio de distribución al mayor y detal de implementos para automóviles (papel ahumado, sonido profesional y luces led), “gracias a Dios siempre nos fue muy bien, pero debido a la situación país decidimos salir de Venezuela en el año 2018, escogimos Hungría por la nacionalidad heredada por parte de mi padre”, contó a Saboresyviajes.


Al llegar al país europeo y luego de probar “suerte” en algunas actividades, decidió reinventarse, comenzó a estudiar panadería, se apasionó con este mundo, en especial con los fermentos y masa madre. 

Durante meses se estuvo preparando, con la llegada del Covid la panadería artesanal era una de las ramas en donde se podía trabajar a tiempo completo, así que se atrevió a tocar puertas para su primer empleo en esta área.
Confiesa que se enamoró de la panadería por lo extenso y variable de esta profesión, y más “cuando empecé a descubrir que había muchas teorías, pero cada maestro panadero en este mundo de la masa madre termina desarrollando sus propias técnicas y métodos basándose en su experiencia”.


Dice que lo que podía leer, entender, verificar, solo era una guía para después aprender de sus propias experiencias, descubrir las maneras de manipular las masas, cómo tocarlas y formarlas.


El camino del pan

Con la energía que da estar “enamorado” de un oficio, Oliver y su esposa recorrieron algunas ciudades europeas en donde pudo trabajar, formarse, poner a prueba sus conocimientos y enriquecerse con técnicas, sabores y diferentes ingredientes.

Su primer empleo fue en Budapest en Nor/ma Bakery,  una panadería artesanal estilo nórdico. Meses después se fue a Alemania a un pequeño pueblo llamado Gomadingen, donde trabajó en lo que llama “una fantástica panadería de generaciones de nombre Glocker Bakery”, aprendió a elaborar “el mejor pan de centeno que he probado y muchísimas técnicas tradicionales” de ese país.


En Gomadingen estuvo casi un año, de allí se fue a Madrid a trabajar en una panadería tradicional donde usan de manera exclusiva masa madre de cultivo llamada “Panod”,  allí aprendió técnicas de  panaderos Italianos y Españoles. “Con ellos aprendí a producir 500 kg de pan de masa madre en 8 horas, dividido y formado a mano cada pieza, aprendí sus técnicas, tips reales de alta hidratación y como economizar  tiempo y espacio de producción.


Luego regresó a Alemania, a Stuttgart, trabajó en BioBrotique una panadería totalmente Bio, sus productos son de masa madre de cultivo, en ese lugar le dieron la oportunidad de crear productos, “allí implementé mi receta personal de Panettone de masa madre y fue un éxito total en todo sentido, se hacían largas colas para comprarlo porque nuestra producción era reducida”.


En el 2022 su esposa estaba a punto de tener a su segundo hijo, por lo que deciden regresar a Budapest, en la capital Húngara estaban sus padres en ese momento, así que el reencuentro familiar fue un gran apoyo. 
Ese año lo contacta un colega con quien había trabajado en 2019, abrió una panadería especializada en masa madre, se llama @vajbirodalom traducido al español, “ El Imperio de la Mantequilla”, allí es el jefe panadero, y el espacio que dirige es el más famoso de la ciudad.


Multiplicar el pan


Oliver encontró en la panadería no sólo una fuente de trabajo, allí ha desarrollado conocimiento, crea productos, y hasta ha logrado brindar una mano solidaria a personas que están atravesando momentos difíciles, contó a SaboresyViajes, que en @vajbirodalom han hecho cosas maravillosas, como los workshop para los refugiados de la guerra en Ucrania, les enseñan un oficio para poder introducirlos al mercado laboral, ya que la panadería ofrece grandes oportunidades.

La experiencia de los workshop ha sido enriquecedora para Oliver, compartir con esas personas es algo que lo llena, lo motiva y compromete a siempre trabajar dando lo mejor de sí.

A seis años de haber salido de Venezuela no ha regresado, quedó a punto de terminar su carrera universitaria, pero hoy día no le pesa, pues es fiel creyente en que la panadería es un oficio que actualmente está en plena etapa de expansión. Sí quiere regresar, quiere mostrar a sus dos hijos el país en donde sus padres nacieron, en lo inmediato no está en la agenda, pero es un punto pendiente para el.


Entre harina y fermentos Oliver les cuenta a los refugiados su experiencia, de cómo con deseos de superación, queriendo aprender y estar dispuesto a reinventarse se pueden lograr grandes cosas, “solo necesitan decidir lo que quieren y luchar por lograrlo, la pasión por lo que haces es la diferencia, puedes trabajar 20 años haciendo algún oficio que no te gusta y vas a tener algo de experiencia, pero si tienes la pasión y buscas los lugares y oportunidades necesarias, en muy poco tiempo puedes desarrollar grandes habilidades y tu conocimiento siempre crecerá sin límites”, concluyó este venezolano que se faja durante horas para llevar pan de calidad a las mesas de sus clientes, pero que también suma a la sociedad en la que actualmente vive, formando a personas que como él hace seis años, llegaron a Budapest buscando una nueva oportunidad.

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